jueves, 25 de noviembre de 2010

Frases de la milonga #2

El otro día fui con mi hermana a una milonga. Mi hermana no baila tango. Me acompañó porque es buena y necesitaba que alguien me llevara en auto porque quedaba lejos. Así que se la bancó, me acompañó, se quedó sentadita toda la noche mirando a las parejas bailar y no dijo ni mú.

Ella estaba convencida de que la sacarían siempre, y temía tener que pasarse la velada explicando "no, disculpas, no bailo tango".

Pero extrañamente, nadie la sacó.

Al principio se preguntaba qué pasaba, si tenía mocos en la cara o qué, y finalmente entendió: se pasó la noche con sus botas puestas. No se cambió los zapatos. No se puso zapatos de tango. Ergo: no bailaba y era inútil sacarla.

Tanto quejarse, tanto quejarse, pero al final ¡se quedó super frustrada de que no la sacara nadie!

Y sí: muchas veces, tanto hombres como mujeres no fijamos primero en el calzado. Me incluyo. Cuántas veces he explicado: 
"Me vino a sacar pero como estaba en zapatillas le dije que no".
Principiantes, ya saben: incrementarán su posibilidad de ser aceptado/sacada si tienen puesto el calzado adecuado.
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jueves, 11 de noviembre de 2010

Volviendo a los orígenes...

En las últimas dos décadas, el tango ha conocido un verdadero revival. No es que estuviera muerto, no, el tango nunca ha muerto realmente. Pero hay que reconocer que desde la década de los sesenta, la edad promedio de las milongas porteñas no bajaba de unos cuantos añitos, y pocos jóvenes se dedicaban a ir a bailar toda la noche al ritmo del 2x4.

En mi modesta opinión, el regreso del tango como moda vino de Europa (para variar: los argentinos tienen grandes dificultades en aceptar lo propio si no fue primero labelizado por el Viejo Mundo). Y el surgimiento del tango nuevo como versión remasterizada del tango, más acorde al gusto joven, con música electrónica y más libertad de movimiento, vino coronar el incipiente movimiento.

Según algunos, el tango nuevo ha hecho verdaderos estragos: al liberalizar los estrictos códigos de la milonga, de la pista y del baile en particular, se ha caído en el "todo vale" y por lo tanto, en el "cualquier cosa".

Bailarines de tango nuevo de muy alta reputación como Mariano "Chicho" Frúmboli han dejado una cabellera de otros bailarines mucho menos talentosos que se dedicaron a imitarlo y a destrozar en musicalidad, abrazo y calidad del movimiento lo que otros habían tardado décadas en construir.

Pues bien, luego de unos veinte años de furia del tango nuevo, he notado en los últimos dos o tres años, en las milongas porteñas más modernas, un subrepticio movimiento de regreso a los orígenes: aún en lugares como Villa Malcolm los viernes (Tangocool) o Práctica X, he visto parejas que antiguamente bailaban con abrazo abierto y "a lo loco" volver poco a poco a un abrazo más cerrado y a un baile más íntimo y más al piso.

Ese movimiento me fue confirmado por una nota que hizo mucho ruido en el mundo del tango, de Chicho Frúmboli, justamente, entrevistado por Milena Plebs en la revista El Tangauta de diciembre de 2009, y en la que hizo un sorprendente e inesperado mea culpa:

M: Pero a veces quienes están empezando se pierden en la multiplicidad de opciones.
CH: ¡Están totalmente perdidos! Yo me formé con los últimos grandes milongueros, tomé directamente de ellos la información. Quienes empiezan a bailar no tienen esa experiencia, sino que aprenden de una generación intermedia de la que formo parte, somos un nexo entre esos viejos bailarines y los más jóvenes. El problema es que algo se nos pasó en la enseñanza, me hago cargo absolutamente, y también tendrían que tomar esa responsabilidad otros colegas. No pude transmitir lo que aprendí. Estaba enloquecido por la creación, porque vi una nueva veta de evolución en el movimiento. Me volqué absolutamente a eso, y perdí el hilo para poder trasmitir lo tanguero que tengo muy adentro. Por eso siento que actualmente hay mucha gente que no entiende o no sabe cuál es realmente la esencia de esta danza.
M: Hace quince años que estás bailando. ¿Qué cambios has observado en el devenir del baile?
CH: Antes se trabajaba con precisión y una estética particular, de una manera funcional y mecánica, que daba una forma, un estilo. Hacer un movimiento o un paso implicaba una expresión de todo el cuerpo. En la actualidad no sólo se perdió la esencia sino también el peso que tiene esta danza, su densidad e importancia. Para mí este nuevo tango le perdió un poco el respeto a lo que era el tango en sí. 
 No les voy a copiar la nota entera, pero recomiendo su lectura aquí.

Una ilustración clara de esa evolución, o involución, o reevolución hacia la esencia del tango la personifican de manera clara la pareja compuesta por Sebastián Arce y Mariana Montes. Luego de una formación con bailarines de la vieja guardia desde muy joven (¡empezó el tango a los 8 años!), Sebastián Arce se volcó al tango nuevo cuerpo y alma, desesperando a muchos de sus maestros. Aquí podemos verlo con Mariana Montes, una bailarina que originalmente se dedicaba al folclore, en el 2006 en La Viruta, bailando sobre Tanghetto. Él, con vaqueros anchos, zapatillas, remera de Metallica, pelo largo, totalmente desaliñado, y con cara de ir leyendo una partitura en el suelo. Noten la manera de acercarse a la bailarina, despreocupado, arrastrando las piernas, super recontra cool, loco:



 Ahora, vean este video también filmado en La Viruta, pero en 2009. Fíjense el cambio radical tanto en el atuendo de los dos (pelo más prolijo, traje, zapatos) como en la elección de la música y, sobre todo, el abrazo y el estilo. Allí pude ver por primera vez (porque tuve la suerte de estar en ambas exhibiciones) la calidad de su danza, la elegancia de su caminar:




Veo con mucho placer esa nueva evolución del tango, en que los bailarines de tango nuevo aportan su creatividad al servicio de la tradición y el buen gusto. Y como expliqué en otra entrada, si el tango nuevo pudo volver a acercar al tango a jóvenes que veían al tango como una cosa de viejas momias inertes, pues sólo puedo alegrarme por ello.

lunes, 8 de noviembre de 2010

A los codazos

Antiguamente, en las milongas, a quienes no respetaban los códigos de la milonga, se adelantaban, golpeaban a otras parejas o tenían un comportamiento inadecuado, directamente se los sacaba a codazos de la pista.

Así, sin más: los hombres que rodeaban a los indeseables los iban arrinconando y empujando a codazos, mientras bailaban como si nada.

Pues no se crean que esa época terminó.

Principiantes, jóvenes, bailarines con cara de extranjeros, hay algo que tienen que saber.

En muchas milongas tradicionales, hay que pagar derecho de piso. ¿Qué significa eso? Que si no muestran humildad al llegar, si no respetan el cabeceo, si sacan a mujeres acompañadas, si no respetan a rajatablas los códigos de la pista, corren el riesgo de recibir codazos y terminar fuera de ella.

No lo digo porque me lo contaron. Yo lo he vivido.

Había ido a conocer La Milonguita. Se trata de una milonga relativamente nueva (arrancó en 2003), pero cuya ambientación es de una milonga tradicional. Un lugar muy lindo, pista amplia, buena música. Me gustó enseguida. Su organizadora, Graciela López (de quien he citado un texto en este blog), ha sabido crear una milonga muy agradable y llena de vida en un barrio (Colegiales) en el que no existen muchos otros lugares (si exceptuamos todos los del Palermo lindante).

Problema: la persona que me acompañaba tenía cara de extranjero, y éramos los dos jóvenes (¡o relativamente, en mi caso!) y desconocidos. Apenas entramos, tuve la sensación que "nos miraban".  Lo puse en la cuenta de mi paranoia y nos dedicamos a sentarnos atrás de todo, tomar un café y mirar la pista.

Al cabo de media hora, nos atrevimos a bailar. Hay que reconocer que el hombre que estaba conmigo nunca se destacó por respetar los códigos de la pista. Pero también, que esa noche hizo esfuerzos, tratando de ser lo más discreto posible, de seguir el ritmo de la pista, bailar al piso, sin grandes gestos, sin adelantarse, sin tocar a nadie. 

Pues bien, uno de los hombres que me parecía que nos había "mirado" al entrar empezó a intentarnos correr de la pista a codazos. Un golpecito por aquí, otro golpecito por allá... Rápidamente me di cuenta de que ya no era paranoia mía: realmente nos estaban echando.

Doy fe también de que en otras milongas tradicionales como Club Gricel, hay que pagar un derecho de piso muy alto para ser aceptado en la pista.

Alguna gente se alegra de que existan lugares en los que todavía se conservan las tradiciones como en un joyero de terciopelo, como recuerdo de una cultura y unos modales que ya sólo existen en pocos espacios reservados. Otros se espantan ante tanta intolerancia.

Creo que en eso, los extranjeros que nos visitan también están divididos: a algunos les encanta entrar en esos lugares que son como museos en carne viva y ver con sus propios ojos cómo eran las milongas "de antes". Otros consideran que esas actitudes son las que alejaron a los jóvenes del tango, y se vuelcan al tango nuevo.

Yo creo que como en todo se puede hallar un término medio, y francamente, no creo que esos lugares dañan a nadie. Simplemente, es imprescindible estar advertido y saber que esas cosas pueden ocurrir y aprender a respetar las reglas y a valorar la experiencia de los más experimentados, para no salir escandalizado y no decidir no volver a pisar nunca más una milonga.

Foto: La Milonguita

La Milonguita
Jorge Newberry 2818 - Colegiales
Tel: 4771 8827
Viernes de 22h30 a 3h
Domingos de 20h a 2h
Organiza Graciela H. López
Cómo llegar: colectivos 39(ramal 2)-168(cartel amarillo)-41-42-60-63-67-98-152-161-194. Subte D, estación Olleros. Tren Ferrocarril Mitre, estación Colegiales

jueves, 4 de noviembre de 2010

El humor y el tango #1

 Empiezo una nueva rúbrica para mostrar que el tango no es solamente drama, llantos, congoja, frustración, queja y dolor (uf...). También puede ser alegre y sobre todo, humorístico. Me encantan las parejas que ponen humor en su baile, sea en la pista o en el escenario. Me encanta divertirme cuando bailo. Claro, esto depende mucho del ritmo en que se baila. Difícil morirse de la risa bailando un Di Sarli o un Caló. Pero sí sobre una milonga endiablada, sí con un D'Arienzo.

A veces, el humor incluso puede hacer olvidar una técnica deficiente. Pienso en particular en la pareja colombiana que ganó el Campeonato Mundial de Tango 2006, Carlos Paredes y Diana Giraldo Rivera. Técnicamente, les faltaba mucho. Los vi bailar fuera de lo que habían armado para el concurso y no tenían nada. Pero su coreografía sobre "Pájaro Azul" fue tan alegre, divertida y original, con elementos del tan olvidado canyengue, que se ganaron la preferencia de los jueces.

Claro que siempre es más fácil agregar humor cuando se trata de una coreografía, pero doy fe de que se puede improvisar también de manera alegre y divertida, como les iré mostrando a medida que alimente esta rúbrica.