martes, 29 de marzo de 2011

La parte del varón

Soy de las que creen, con reservas, que en el tango, la persona seguidora (en general la mujer), la tienen más fácil que la persona que lleva (en general, el varón).

Sí, hay que saber seguir, estar atenta a la sutileza de la marca, ser elegantes y musicales, tomar la iniciativa de hacer juegos de pies y piernas en un lapso de tiempo muy corto sin perturbar la marca de la persona que lleva.

Es cierto.

Pero la persona que lleva tiene que tener la mente en mil cosas distintas: la marca a la mujer. Sus propios movimientos. Su elegancia. La musicalidad. Pensar en cada segundo en qué va a hacer en el segundo siguiente, ya que todo se trata de improvisación. Cuidar que la mujer no se aburra. Y ser consciente también de lo que sucede en la pista, no chocar con las otras parejas, no adelantarse ni retrasarse, no cambiarse de carril...

El cerebro de las personas que llevan debe de estar a mil (digo "debe de estar" porque yo todavía no he tenido el coraje de ponerme a aprender a llevar y no he experimentado esa sensación).

Y hablo de "las personas que llevan" y no de "los varones", porque cada vez más mujeres llevan, y no solamente en ambientes queer.

Ahora bien, por lo general, los neófitos del tango se fijan sobre todo en lo que hace la mujer (o la persona que es llevada). Por muchas razones: porque en general la mujer es más visible (ropa colorida, tacos altos, maquillaje, peinado, etc.) mientras que el hombre está vestido de manera más discreta (trajes y zapatos oscuros). También, porque una de las funciones del que lleva es hacer lucir a la persona que es llevada.

Pero desde que empecé a mirar lo que hace el varón, he descubierto un mundo totalmente nuevo, que me ha dado ganas de vencer mi fiaca y empezar a aprender la parte del que lleva.

Les propongo entonces que, en este video de Gabriel Missé y Natalia Hills, en lugar de mirar a la mujer, miren lo que hace el varón, en particular los enrosques increiblemente complicados y hábiles mientras la mujer gira a su alrededor (por ejemplo, en el tiempo 1'20'', y luego en el tiempo 2'08''). Para hacerles entender el grado de dificultad de la cosa, les recuerdo que al mismo tiempo en que hace esos enrosques de piernas, tiene que marcar a la mujer, con el torso, que ella tiene que girar. Una disociación total y absoluta del cuerpo.



¿Por qué entonces, en mi primera frase, dije que creía que la mujer la tiene más fácil, pero "con reservas"?

Bueno, miren ahora este video de Alejandra Mantiñán y Demián García, y vean cómo todo es cuestión de diálogo y de estar a la escucha de la otra persona. Estamos hablando aquí de improvisación pura, algo no ensayado: se enteraron pocas horas antes de la exhibición de que iban a bailar juntos.

Del tiempo 1'59'' a 2'04'', ella toma una iniciativa de marcar unos ganchos entre las piernas de él y de hacer pasos que claramente no están marcados por él. Él, al ver que ella no tiene intención inmediata de salir de esa posición, no se mueve más, no le marca nada, y espera que ella desarrolle su creatividad, hasta el fin de la frase musical.



Por eso no está tan claro eso de que la persona llevada tenga la parte más fácil. Saber usar esos espacios, proponer, dialogar, también es todo un arte.

martes, 1 de marzo de 2011

La violencia de género, también en el tango

El tango es sensualidad. El tango es suavidad. El tango es elegancia. El tango es seducción.

Sí.

Bueno.

Pero el tango está inmerso en una sociedad profundamente machista, y no se salva. Amén de que el tango es particularmente machista (mujeres muy producidas que siguen las órdenes de un varón muy viril), tampoco se salva de los peores aspectos del machismo: la violencia de género.

¿Se imaginan a un bailarín de tango golpeador, abusador?

Pues los hay. Y muchos. Y como en el resto de la sociedad, muy pocas mujeres se atreven a denunciarlos. ¿Por qué?

Pues por lo de siempre: primero, porque antes de golpearlas, los varones golpeadores hicieron un excelente trabajo psicológico.

"A mí X. me había sometido psicológicamente primero, me había alejado de todos mis amigos, me hacía sentir que sin él no era nada, que le debía todo. Y es cierto que con él aprendí a ser la bailarina que soy, eso lo reconozco, pero no por eso me tenía que anular como persona", relata la bailarina Tamara Bisceglia, que hace tres años, tuvo la valentía de exponer sus heridas en fotos que dieron la vuelta al mundo del tango.

X. (prefiero no divulgar nombres para no calumniar, pues ante la ley, todos somos inocentes antes de que se demuestre lo contrario) es un afamado y reconocido bailarín internacional, que fue protagonista de varios espectáculos como Tango Argentino o Tango Pasión.

Por supuesto, está la amenaza profesional: denunciar a un bailarín de la talla de X. podía significar un peligro muy grande para su carrera, si no le creían. De hecho, X. se lo decía constantemente: "Si me denunciás, nunca más vas a conseguir un trabajo en el tango".

Hoy en día, Tamara Bisceglia forma parte del elenco de Forever Tango, uno de los shows de tango más exitosos del planeta.

Luego de que Tamara tuvo la extrema valentía de ignorar sus amenazas y denunciarlo públicamente y ante la justicia, una antigua partenaire de X. se acercó a ella para felicitarle, y expresar su arrepentimiento: "Si yo lo hubiera denunciado", le dijo a Tamara, "esto no te habría pasado a vos".

En estos últimos días, le tocó a otra bailarina, Mayte Valdes, denunciar los malos tratos sufridos durante mucho tiempo, cuando bailaba con otro afamado bailarín de escenario, Z.

"En este momento se encuentra trabajando en el mundo del Arte el talentoso y afamado bailarin Z., alguien enfermo, que tiene por costumbre maltratar y torturar física y psicológicamente a muchas de las mujeres que se cruzan en su vida, una costilla rota, un pie fisurado, un diente partido y el último diagnóstico de mi médico personal: una deformación en el cuello producido por ahorcamiento pueden dar fe de todos esos malos tratos", escribió en su perfil de Facebook, en una nota pública que se está difundiendo en el mundo del tango en estos momentos.

"Fui testigo también de muchas situaciones en las que maltrató a sus ocasionales compañeras de trabajo; en el black out después de cada tema en el escenario, o dejándolas caer en cada truco para después poner su agria sonrisa al tiempo que ofrecía su gentil mano para levantarlas", escribe. "Realmente me resulta triste ver cómo la gente se deja seducir por una bestia disfrazada de cordero y los sigue albergando en la sociedad".

Ojalá otras mujeres víctimas de este tipo de violencia se sientan animadas por estos ejemplos y, como ellas, tengan la valentía de denunciar a sus verdugos, para acabar de una vez por todas con la impunidad de la que gozan estas personas.

Edit: una fiel lectora de este blog, a la que aprovecho para saludar porque sé que siempre me tiene presente y no deja nunca de seguir lo que escribo, me señala muy amablemente que Mayte Valdes era pareja en la vida de Z., pero no en el baile. Gracias por esta aclaración.
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